sábado, 10 de mayo de 2014

La stazione di Zima - La estación de Zima

Letra y música de Roberto Vecchioni, inspirada en un poema de Evtušenko.

Zima es una ciudad de la Siberia suroriental, por donde pasa el tren transiberiano. Aparentemente un lugar perdido y escuálido. En esta canción se describe un viaje imaginario en tren, compartido por un hombre (o mujer?) y Dios. El hombre tiene boleto para descender en un lugar feo, mísero, donde no se sonríe y donde no se asoma el sol. Dios busca convencerlo de permanecer con Él hacia un lugar grandioso, pero el hombre reconoce su identidad imperfecta de humano y va a bajar en Zima, avisándole a Dios que allí lo podrá siempre encontrar.





C'è un solo vaso di gerani
dove si ferma il treno,
e un unico lampione
che si spegne se lo guardi,
e il più delle volte
non c'è ad aspettarti nessuno,
perché è sempre troppo presto
o troppo tardi.
-Non scendere- mi dici,-
continua con me questo viaggio!-
e così sono lieto di apprendere
che hai fatto il cielo
e milioni di stelle inutili
come un messaggio,
per dimostrarmi che esisti,
che ci sei davvero:
ma vedi, il problema non è
che tu ci sia o non ci sia:
il problema è la mia vita
quando non sarà più la mia,
confusa in un abbraccio
senza fine,
persa nella luce tua
sublime,
per ringraziarti
non so di cosa e perché

Lasciami
questo sogno disperato
di esser uomo,
lasciami
quest'orgoglio smisurato
di esser solo un uomo:
perdonami, Signore,
ma io scendo qua,
alla stazione di Zima.

Alla stazione di Zima
qualche volta c'è il sole:
e allora usciamo tutti a guardarlo,
e a tutti viene in mente
che cantiamo la stessa canzone
con altre parole,
e che ci facciamo male
perché non ci capiamo niente.

E il tempo non s'innamora
due volte
di uno stesso uomo;
abbiamo la consistenza lieve
delle foglie:
ma ci teniamo la notte, per mano,
stretti fino all'abbandono,
per non morire da soli
quando il vento ci coglie:
perché vedi, l'importante non è
che tu ci sia o non ci sia:
l'importante è la mia vita
finché sarà la mia:
con te, Signore
è tutto così grande,
così spaventosamente grande,
che non è mio, non fa per me

Guardami,
io so amare soltanto
come un uomo:
guardami,
a malapena ti sento,
e tu sai dove sono...
ti aspetto qui, Signore,
quando ti va,
alla stazione di Zima.

Hay un solo vaso con geranios
donde se detiene el tren,
y un único farol
que se apaga apenas lo miras,
y lo más de las veces
no hay nadie a esperarte,
porque es siempre muy temprano
o demasiado tarde.
-No bajes- me dices,-
continúa conmigo este viaje!-
y así estoy contento de saber
que hiciste el cielo
y millones de estrellas inútiles
como un mensaje,
para demostrarme que existes,
que de veras eres:
pero ves, el problema no es
que tú estés o no estés:
el problema es mi vida
cuando ya no será la mía,
confundida en un abrazo
sin final,
perdida en tu luz
sublime,
para agradecerte
no sé de qué y por qué

Déjame
este sueño desesperado
de ser hombre,
déjame
este orgullo sin medida
de ser sólo un hombre:
perdóname, Señor,
mas yo me bajó acá,
en la estación de Zima.

En la estación de Zima
de vez en cuando sale el sol:
y entonces todos salimos a mirarlo,
y a todos viene a la mente
que cantamos la misma canción
pero con diferentes palabras,
y que nos hacemos daño
porque no nos entendemos para nada.

Y el tiempo no se enamora
dos veces
de un mismo hombre;
poseemos la consistencia leve
de las hojas:
mas nos tenemos en la noche, por mano,
estrechados hasta el abandono,
para no morir solitarios
cuando el viento nos coja:
porque ves, lo importante no es
que tú estés o no estés:
lo importante es mi vida
hasta que será la mía:
contigo, Señor
todo es tan grande,
tan espantosamente grande,
que no es lo mío, no es para mi

Mírame,
yo sé amar sólo
como un hombre:
mírame,
apenas te escucho,
y tú sabes dónde estoy...
te espero aquí, Señor,
cuando tú quieras,
en la estación de Zima.