viernes, 10 de mayo de 2013

Les amants d'un jour - Albergo a ore - Hotel de paso

Esta canción es francesa, su título original "Les amants d'un jour", Los amantes de un día (letra de Claude Delécluse y Michèle Senlis, música de Marguerite Monnot, 1956).  La cantó originalmente la mítica Édith Piaf  y existe también una excelente versión de Juliette Gréco (escucha).  Se desarrolla en un bar que cuenta con un sórdido cuarto que se renta para amores furtivos.


Moi, j'essuie les verres
Au fond du café
J'ai bien trop à faire
Pour pouvoir rêver
Et dans ce décor
Banal à pleurer
Il me semble encore
Les voir arriver...

Ils sont arrivés
Se tenant par la main
L'air émerveillé
De deux chérubins
Portant le soleil
Ils ont demandé
D'une voix tranquille
Un toit pour s'aimer
Au coeur de la ville.

Et je me rappelle
Qu'ils ont regardé
D'un air attendri
La chambre d'hôtel
Au papier jauni
Et quand j'ai fermé
La porte sur eux
Y avait tant de soleil
Au fond de leurs yeux
Que ça m'a fait mal,
Que ça m'a fait mal...

Moi, j'essuie les verres
Au fond du café
J'ai bien trop à faire
Pour pouvoir rêver
Et dans ce décor
Banal à pleurer
C'est corps contre corps
Qu'on les a trouvés...

On les a trouvés
Se tenant par la main
Les yeux refermés
Vers d'autres matins
Remplis de soleil
On les a couchés
Unis et tranquilles
Dans un lit creusé
Au coeur de la ville.

Et je me rappelle
Avoir refermé
Dans le petit jour
La chambre d'hôtel
Des amants d'un jour.

Mais ils m'ont planté
Tout au fond du coeur
Un goût de leur soleil
Et tant de couleurs
Que ça me fait mal,
Que ça me fait mal...

Moi, j'essuie les verres
Au fond du café
J'ai bien trop à faire
Pour pouvoir rêver
Et dans ce décor
Banal à pleurer
Y a toujours dehors...
La chambre à louer...
Yo seco los vasos
al fondo del café
tengo demasiado que hacer
para poder soñar.
Y en este sitio
banal a más no poder
me parece aún
de verlos llegar...

Llegaron los dos
la mano en la mano
el aire extasiado
de dos querubines
llevando el sol.
Y solicitaron
con voz tranquila
un techo para amarse
en el corazón de la ciudad.

Y yo me acuerdo
como ellos miraron
con un aire emocionado
el cuarto de hotel
de empapelado amarillento.
Y cuando cerré
la puerta tras ellos
había tanto sol
en el fondo de sus ojos
que como me dolió,
que como me dolió.

Yo seco los vasos
al fondo del café
tengo demasiado que hacer
para poder soñar.
Y en este lugar
banal a más no poder
cuerpo con cuerpo
los han hallado...

Los han encontrado
la mano en la mano
los ojos cerrados
hacia otras mañanas
rellenas de sol.
Los han acostado
juntos y tranquilos
en una cama hundida
en el corazón de la ciudad.

Y yo me recuerdo
haber de nuevo cerrado
en ese amanecer
el cuarto de hotel
de los amantes de un día.

Pero ellos me plantaron
en el fondo del corazón
un gusto de su sol
y de tantos colores
que me duele
que me duele...

Yo, seco los vasos
al fondo del café.
Tengo demasiado que hacer
para poder soñar.
Y en este lugar
banal a más no poder
siempre hay afuera
el cuarto para alquilar...


Este es uno de los casos donde el cover italiano, realizado por Herbert Pagani en 1969, ha sido considerado superior al texto original. Además de Pagani, su versión la han cantado numerosos artistas, principalmente Gino Paoli.




Paoli en sus recitales introducía así esa canción:
He conocido personas que no habían escrito nada, es más, a veces ni sabían escribir. Y eran unos poetas. Su poesía era su manera de vivir, su propia vida. En el fondo, las cosas no son nunca bellas o feas, las historias no son extraordinarias u ordinarias; lo llegan a ser; lo llegan a ser en los ojos de quien las mira. Y en la historia que ahora les contaré los ojos son los de un pequeño portero de noche, que vive en el fondo de un feo hotel, desde hace muchos años. Ve sólo cosas escuálidas. El hombre es un animal extremamente adaptable. Se hace una coraza que no hace pensar más a nada y sobrevive. Y por el contrario no, como un navajazo, un destello de luz, una historia que llega al corazón. Y será precisamente en los ojos de este pequeño hombre inútil que esta historia llegará a ser extraordinaria.
Más recientemente, Paoli iniciaba así:
Hay gente que cree aún que la poesía sea solo aquella escrita en los libros, con un título arriba. No, la poesía es una manera de mirar las cosas. Hay gente que jamás ha escrito una poesía, es más, a lo mejor no sabe escribir, pero que hace poesía porque su manera de vivir es poesía. La poesía es una señora extraña, bastante imprevisible, que aparece en los lugares más impensables. En una calle de periferia, esas feas calles que parecen sucias aun cuando están limpias, parecen mojadas aun cuando están secas. En el fondo de esta callecita un hotel, este quizás de veras sucio, y adentro un pequeño hombre, con los lentes gruesos, a través de los cuales no ve nada, porque ya ha visto todo. Y que da las llaves de los cuartos a las mujeres que hacen la profesión más vieja del mundo, y de improviso...

Io lavoro al bar d'un albergo a ore
porto su il caffè a chi fa l'amore.
Vanno su e giù coppie tutte uguali,
non le vedo più manco con gli occhiali...

Ma sono rimasto là come un cretino
vedendo quei due arrivare un mattino:
puliti, educati, sembravano finti
sembravano proprio due santi dipinti

M'han chiesto una stanza
gli ho fatto vedere la meno schifosa,
la numero tre.
E ho messo nel letto i lenzuoli più nuovi
poi, come San Pietro,
gli ho dato le chiavi
gli ho dato le chiavi di quel paradiso
e ho chiuso la stanza, sul loro sorriso.

Io lavoro al bar di un albergo a ore
porto su il caffè a chi fa l'amore.
Vanno su e giù coppie tutte uguali
non le vedo più manco con gli occhiali.

Ma sono rimasto là come un cretino
aprendo la porta in quel grigio mattino,
se n'erano andati, in silenzio perfetto,
lasciando soltanto i due corpi nel letto.
Lo so, che non c'entro, però non è giusto,
morire a vent'anni e poi, proprio qui!

Me li hanno incartati nei bianchi lenzuoli
e l'ultimo viaggio l'han fatto da soli:
né fiori né gente, soltanto un furgone,
ma là dove stanno, staranno benone

Io lavoro al bar d'un albergo ad ore
portò su il caffè a chi fa l'amore...
Io sarò un cretino ma chissà perché
non mi va di dare a nessuno
la chiave del tre...
Yo trabajo en el bar de un hotel de paso
llevo las bebidas a los que están amándose.
Suben y bajan parejas todas iguales
ya no las distingo ni a través de mis lentes...

Pero me quedé parado como un idiota
viendo aquellos dos llegar una mañana:
limpios, educados, no parecían de verdad
parecían dos santos pintados en un cuadro.

Me pidieron un cuarto
les enseñé el menos asqueroso,
el número tres.
Les puse en la cama las sábanas más nuevas
después, como San Pedro,
les entregué las llaves
les entregué las llaves de ese paraíso
y cerré la puerta sobre su sonrisa.

Yo trabajo en el bar de un hotel de paso
llevo las bebidas a los que están amándose.
Suben y bajan parejas todas iguales
ya no las distingo ni a través de mis lentes...

Pero me quedé parado como un idiota
abriendo la puerta en esa gris mañana,
se habían ido, en perfecto silencio,
dejando tan solo dos cuerpos en la cama.
Lo sé, no es mi asunto, pero no es justo
morir a veinte años, y además, aquí!

Me los envolvieron en sábanas blancas
y el último viaje lo hicieron ellos solos:
ni flores, ni gente, sólo una carroza,
pero allá donde están, estarán muy bien.

Yo trabajo al bar de un hotel de paso
llevo las bebidas a los que están amándose.
Yo seré un estúpido pero no sé porque
ya no quiero dar a nadie
la llave del tres...



2 comentarios:

  1. gran historia! Gracias por compartir la versión original y la italiana. La historia en francés es más poética, el final es sumamente melancólico para el narrador por el amor no vivido. La italiana tiene un plus de drama para ellos y el narrador empatizado con la pareja.

    ResponderBorrar